Por Bruno Cortés

La paradoja del éxito: crecimiento y alertas internas
El Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) gobierna hoy 23 de los 32 estados mexicanos, controla 27 congresos locales y cuenta con una aprobación presidencial del 82%. Sin embargo, Ricardo Monreal Ávila, coordinador parlamentario en la Cámara de Diputados, ha advertido que el partido enfrenta su «encrucijada más peligrosa» no por amenazas externas, sino por divisiones internas. Esta paradoja refleja un movimiento que, tras conquistar el poder en 2018 y revalidarlo en 2024, debate ahora cómo gestionar su propia complejidad institucional sin fracturar su identidad.

Monreal identifica como riesgo principal la proliferación de etiquetas como claudistas, obradoristas, puros o fundadores, que según él polarizan al partido y limitan su capacidad de renovación. Su advertencia no es abstracta: en el Senado, la oposición logró en abril de 2025 bloquear por primera vez una designación clave de magistrados electorales, aprovechando fisuras en la bancada oficialista.

El conflicto Monreal vs. Adán Augusto: síntoma de tensiones estructurales
La disputa pública entre Ricardo Monreal y Adán Augusto López Hernández, coordinador de Morena en el Senado, ejemplifica estas tensiones. En diciembre de 2024, López acusó a Monreal de irregularidades financieras durante su gestión anterior en la Cámara Alta, a lo que este respondió denunciando un fideicomiso «opaco» de mil millones de pesos en el Senado. La controversia escaló hasta requerir la mediación de la presidenta Sheinbaum, quien calificó el episodio como «diferencias normales en la democracia interna».

Este conflicto trasciende lo personal: refleja pugnas entre grupos de poder por el control de la agenda legislativa y los recursos institucionales. Gerardo Fernández Noroña, presidente de la Mesa Directiva del Senado, interpretó el choque como una «venganza política» derivada de la competencia por la candidatura presidencial de 2024. Monreal, por su parte, insiste en que tales dinámicas podrían repetir los errores del extinto PRD si no se controlan.

Sheinbaum como factor de cohesión: entre el pragmatismo y el proyecto
Frente a estos desafíos, Claudia Sheinbaum emerge como principal fuerza unificadora. La mandataria ha logrado mantener un equilibrio delicado: reconoce la existencia de «visiones diversas» dentro de Morena mientras enfatiza que «la unidad no es opcional, es estratégica para la Cuarta Transformación». Su enfoque combina firmeza institucional —como evidenció al mediar en el conflicto legislativo— con pragmatismo político, al permitir cierto grado de disenso siempre que no cuestione la gobernabilidad.

Este liderazgo se apoya en cifras contundentes: el 67% de los mexicanos considera que Morena sigue siendo «el partido más unido», según la última encuesta de Parametría (abril 2025). Además, la capacidad de movilización del partido se mantiene intacta, con 3.2 millones de afiliados activos y presencia en el 98% de los municipios.

Fortalezas institucionales: más allá de las disputas mediáticas
Pese a los focos rojos, Morena muestra resiliencia organizativa. En enero de 2025, cuando diputados cercanos a la vicecoordinadora Gabriela Jiménez intentaron registrar el movimiento «Que siga la democracia» como nuevo partido, Monreal neutralizó la crisis afirmando que «no hay división, solo ejercicios legítimos de reflexión interna». El episodio demostró dos cosas: la existencia de corrientes críticas y la capacidad del partido para contenerlas sin rupturas públicas.

En el terreno legislativo, la bancada morenista mantiene una efectividad del 89% en aprobación de iniciativas prioritarias, según el Observatorio Legislativo de la UNAM. Esto incluye reformas clave como la Ley General de Austeridad Republicana y el Presupuesto Base Cero para entidades públicas, ambas promovidas por Monreal.

Renovación generacional: el desafío silencioso
Un aspecto menos visible pero crucial es la transición generacional. El 62% de los cargos de elección popular de Morena son ocupados por personas entre 50 y 70 años, mientras solo el 18% corresponde a menores de 40. Monreal ha enfatizado la necesidad de «oxigenar el partido con nuevos liderazgos sin traicionar sus principios», postura que contrasta con sectores que privilegian la lealtad a figuras fundacionales.

Esta tensión se manifiesta en debates como la reforma electoral de 2025, donde jóvenes morenistas impulsan cuotas de participación juvenil, enfrentando resistencia de grupos tradicionalistas. Sheinbaum ha optado por una posición conciliadora, proponiendo «cambios progresivos que mantengan el equilibrio entre experiencia y renovación».

Lecciones históricas y proyección futura
Al compararse con el PRD —partido que dominó la izquierda mexicana hasta su colapso por divisiones internas—, Morena parece consciente de los riesgos. Monreal advierte que «la soberbia del poder puede ser más destructiva que la oposición», mientras Sheinbaum insiste en «gobernar con humildad revolucionaria».

Los próximos años serán definitorios: en 2027 se renovarán 15 gubernaturas y la Cámara de Diputados. Morena deberá demostrar si sus mecanismos internos de resolución de conflictos son suficientes para mantener la cohesión. Analistas como Denise Dresser destacan que «la capacidad de Morena para institucionalizar el disenso será lo que determine si es un partido hegemónico duradero o una coalición efímera».

La unidad como proyecto activo
Las tensiones en Morena distan de ser una simple lucha de egos: reflejan el desafío de gestionar un movimiento que pasó de ser oposición antisistema a fuerza gobernante nacional. Los llamados a la unidad de Sheinbaum y las advertencias de Monreal no son contradictorios, sino complementarios: buscan preservar un proyecto político que aún considera inacabada su «Cuarta Transformación».

La verdadera prueba no será eliminar las diferencias internas —inevitables en cualquier organización política— sino convertirlas en motor de renovación. Como señala Monreal: «Renovarse no es traicionarse, es asegurar la continuidad sin perder la esencia». En este equilibrio delicado entre unidad y diversidad se juega el futuro no solo de Morena, sino de la propia transformación política que prometió llevar a México.